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martes, 27 de julio de 2010

El despertar de Lillian von Dawn




Había vivido siempre como la hija pequeña de la familia von Dawn. Mi vida había sido tranquila y carente de problemas, pero no había disfrutado de ella completamente hasta que conocí a Ethelred, mi prometido.
Íbamos a casarnos y yo me sentía feliz, ilusionada con la perspectiva de una vida a su lado, pero por desgracia, algo que nunca habría esperado, sucedió.
Algo que ni siquiera se me había ocurrido jamás, porque era tan descabellado e inverosímil que era imposible de creer.
Sin embargo, pasó y nos arrastró a Ethelred y a mí a una vida completamente diferente a la que hubiéramos imaginado nunca.

Una silenciosa noche de luna llena dio comienzo la tragedia. Me encontraba en mi casa, leyendo tranquilamente tras haber terminado mi trabajo.
Era sólo temporal, pero actualmente estaba dando clases particulares de inglés a varios niños del vecindario.
Me asomé a la ventana tras terminar el capítulo del libro en cuya lectura me perdía por horas. Contemplé el cielo nocturno poblado de estrellas, solamente unas nubes, que avanzaban lentamente cubrían la preciosa luna de vez en cuando.

Esperaba la llegada de Ethelred. Ya no debía tardar mucho en llegar, así que bajé a la cocina a preparar algo para la cena.
Pasado un buen rato, la carne y la guarnición que había preparado ya estaban listas, la mesa estaba puesta y los platos, servidos.
Esperé un cuarto de hora pero él no apareció. Me extrañaba que tardara tanto, pero pensé que tal vez habría tenido algún problema en el trabajo.
Me senté en el sillón de la sala de estar a esperarle y continué con el libro que había estado leyendo antes.
No fui consciente del paso de los minutos hasta que miré de nuevo el reloj. Ya era tardísimo…

Dejé el libro y me acerqué a la cocina con lentitud. La cena estaba ya completamente fría.
Estaba empezando a preocuparme de verdad, pues Ethelred me llamaba para avisarme siempre que llegaba tarde.
Fui a mi habitación rápidamente y cogí mi teléfono móvil para llamarle.
Marqué el número dos veces pero el resultado fue el mismo. No había línea.
Para entonces ya me di cuenta de que realmente algo extraño estaba ocurriendo…
Bajé de nuevo a la cocina con el teléfono en la mano, bebí agua tragando lentamente mientras intentaba relajarme, pues estaba prácticamente fuera de mí.
Temerosa, volví a llamar.
Nada.
Sentí como mis ojos se llenaban de lágrimas, que fueron descendiendo lentamente por mis mejillas.

Marqué el número de la policía y les expliqué lo sucedido. Yo quería ir a comisaría, pero el policía que habló conmigo me dijo que vendrían ellos aquí, pues estaba demasiado nerviosa como para conducir por mi cuenta.
No tardaron nada en llegar. Me hicieron un montón de preguntas, cuya respuesta apenas podía recordar, estaba demasiado aturdida, y confusa como para tomar consciencia y entender lo que estaba sucediendo.
Oí a varios agentes hablar entre sí por lo bajo, pero no entendí ni una palabra de lo que estaban diciendo.
Finalmente se acercaron a mí, y me dijeron que mañana fuera a prestar declaración a la comisaría con más calma, que aquella noche debía descansar, y que con los datos que les había dado harían lo que pudieran.
No me quedé conforme con aquella respuesta, pero no pude hacer nada.
Mi casa se fue vaciando de nuevo y me quedé sola…

Me desvestí y me acosté en la cama abrazando la almohada sin dejar de llorar.
Echaba de menos a Ethelred…no podía creer que después de tanto tiempo estando juntos, hubiera desaparecido de aquella manera, tenía tanto miedo de lo que hubiera podido pasarle que no podía pensar con claridad.
No sé cuanto tiempo pasó hasta que conseguí dormirme, pero mi sueño estuvo plagado de amargas y violentas pesadillas.



Desperté bruscamente al día siguiente, aunque la luz del sol apenas entraba por la ventana. El cielo estaba encapotado, y la ciudad desprendía una extraña y fría sensación.
Fui a la comisaría tan pronto como pude a detallarles todo lo que había ocurrido la noche anterior. Noté que me había levantado más calmada, pero esa sensación fue desapareciendo a medida que transcurría el día y él seguía sin aparecer.
Los policías trataron de ayudarme tanto como pudieron, pero estaba desesperada. Aún no había tenido tiempo de asimilar lo que había pasado, pero empezaba a pensar que había perdido a Ethelred para siempre.
Estuve sentada en la salita de la comisaría durante horas, llorando desamparada. Pude ver a Rangladon, el mejor amigo de mi novio, que al parecer también le había echado de menos, preguntado por él.

Toda mi vida se había ido por la borda en apenas un día. Todos mis sueños, mis esperanzas y mis ilusiones. Y yo era incapaz de hacer nada más que llorar amargamente.
Ni siquiera había ido a trabajar aquella tarde, pero en aquel momento me daba igual todo eso, tan sólo quería encontrarle.

La luz del crepúsculo cayó lentamente sobre la ciudad, dándole un aspecto misterioso.
Apesadumbrada, me despedí de los policías que prometieron honestamente hacer todo lo posible por encontrar a mi prometido, y se deshicieron en palabras de ánimo para mí, que yo agradecía con una forzada sonrisa, aunque de poco me sirvieran en realidad.

Regresé a casa con pasos lentos y pausados. No iba a cambiar nada que llegara allí, eso no me refugiaría de mi dolor…
Sin embargo, estaba equivocada.

Me quedé sin aliento cuando, al abrir la puerta y cruzar el umbral, vi a Ethelred mirándome como si nada hubiera ocurrido.
Mi mente se nubló y las lágrimas volvieron a mis ojos. Había pasado un día terrible…
Pero parecía que todo había acabado.
Me lancé hacía él abrazándole fuertemente, presionándome contra él, sin poder dejar de llorar.
Entre lloros le pregunté dónde había estado y porqué, pues me había tenido preocupadísima, pero sólo me miró a los ojos y me dijo que era una larga historia…

Quise saber más, pero en ese momento no pude seguir hablando pues selló mis labios con un beso.
Embriagada por él, le devolví el beso. Me estremecí entre sus brazos pegándome contra su pecho. El dulce beso que me había dado se transformó en uno más pasional, y luego, en algo doloroso.
Sentía que me ahogaba, abrí los ojos para mirarle, aunque él seguía aferrado a mí, y entonces noté algo extraño en él que no había visto al entrar. Era algo extraño…él era extraño.
Quise apartarme de él, gritarle que parara, empezaba a sentir un amargo sabor en mi boca, que enseguida identifiqué. Era sangre…estaba ahogándome con mi propia sangre, él me estaba haciendo sangrar, y por más que quería detenerlo, Ethelred parecía no darse cuenta de ello.
Perdí las fuerzas para moverme, sentía que estaba a punto de desfallecer, pero justo después de esa sensación de debilidad, una distinta me sobrevino.

Sentí una extraña energía recorriendo mi interior. Abrí los ojos y Ethelred ya me había liberado.
Sin embargo, quién sabe porqué y sin ser apenas consciente, me abalancé de nuevo contra él, siendo prisionera de mis instintos más bajos. Acabamos los dos en la cama, bebí de su sangre, que ahora me sabía deliciosa, hasta saciarme por completo y nos unimos una y otra vez. Durante largas horas me poseyó salvajemente, hecho que no me produjo desagrado, sino un increíble pero culpable placer.

La mañana siguiente todo parecía más calmado, pero también más frío y más distante.
Aquella sensación de éxtasis de la noche anterior había desaparecido, y en su lugar, había dejado paso a un sentimiento de tristeza, de nostalgia.
Al mirar a Ethelred sentía que su cariño por mí había desaparecido, aunque en el fondo sabía que aún me quería, pero ya nada sería nunca lo mismo.
Mi vida había sido destrozada, habían desgarrado mis sueños uno por uno.
Él me contó lo que le había sucedido, el incidente de aquella noche que cambió nuestras vidas para siempre.

Empezamos a alimentarnos el uno del otro, saciándonos mutuamente. Yo no le culpaba por haberme arrebatado mi vida humana y haberme convertido en lo que él era…en un vampiro.
Me consolaba pensando que al menos podía seguir estando a su lado, y compartir con él aquella maldición, para que, al menos, fuera menos duro…
Pero jamás perdonaría a aquel hombre que nos había maldecido y me había arrastrado a llevar la vida de un monstruo sin alma. Por eso juré que ayudaría a Ethelred a vengarse de aquel hombre. Juntos seríamos fuertes, y juntos completaríamos aquella venganza.



~ Esto no es más que una historia que he hecho, conjunta, y que originalmente fue escrita para el juego de Monstersgame. Realmente esto de escribir historias no creo que sea lo mío, pero de todos modos, me apetecía ponerla aquí :3



>>>>>Ver el "point of view" de Ethelred Lestat<<<<<


La firma, creación cortesía de Jorge Masiá Lloréns, y la ilustración de Victoria Francés.



1 comentarios:

mtgdown dijo...

Has hecho bien de subirlo aquí, escribes como una profesional. >_<
Al menos a mí me da esa sensación a leer la historia. Como te dije, muy acorde a la mía y mejor no podía quedar. ^o^ Mis felicitaciones!

Kiss!